“llama la atención que unas personas envejecen muy rápido -y aparentan tener más edad de la que tienen-, mientras que en otras parece que no pasa el tiempo por ellas y aparentan menos edad. Estas personas se encuentran bien física y mentalmente, se conservan mejor tanto de aspecto externo como en su funcionamiento interno.
La sabiduría popular atribuye este don a los genes, pero lo cierto es que sólo representan el 25% de la longevidad. El resto se debe a causas externas, lo que más de uno llama “mala vida”: estrés, tabaco, alcohol, contaminación, radiaciones solares, alimentación inadecuada. Los enemigos son múltiples y atacan donde más 'duele': la oxidación celular, principal causa del envejecimiento. Para reducir su efecto ha nacido la medicina antienvejecimiento o 'anti-aging', a la que se apuntan cada vez más personas como fórmula para mejorar su calidad de vida y anticiparse a la aparición de posibles enfermedades degenerativas, como el Alzheimer o el cáncer.
La ralentización o aceleración del envejecimiento “depende, en parte, de la propia constitución de la persona. Pero, sobre todo, está ligado a una serie de factores externos a la persona. Se trata de factores sobre los que se puede influir, bien en sentido positivo -para envejecer menos- o en sentido negativo -para envejecer más-. Hoy día se han identificado esos factores y se dispone de medios para potenciar los efectos de unos y atenuar los de otros. La medicina antienvejecimiento es ante todo una medicina preventiva que busca retrasar el proceso de envejecimiento biológico.”
Fuente: elcuerpo.es